venimos a Vos
como a la fuente viva que refrigera,
como a la llama que calienta,
como a la aurora que disipa las tinieblas,
como a la Madre siempre atenta
a las necesidades de sus hijos.
¡Oh Madre Admirable!,
hay horas,
en que el camino de nuestra vida es duro.
No es fácil andar siempre
con paso igual en el camino del deber.
No es fácil amar al prójimo,
nuestro hermano,
como Jesús quiere que lo amenos.
No es fácil conservar un alma serena
en medio de las vicisitudes de la vida.
No es fácil amar a las criaturas
y reservarse para Dios.
No es fácil hacerse pequeño y humilde
cuando el orgullo relama.
No es fácil ir caminando
hacia el Dios de luz
por caminos llenos de sombra.
Hay días en los que todo es carga.
Pero Vos, oh Madre Admirable,
hacéis todo fácil.