¡Señor Jesús, muchas gracias!
por el aire que nos das,
por el pan que nos alimenta,
por la ropa que nos viste,
por la alegría que poseemos,
por todo lo que nos ofreces.
¡Muchas gracias, por la belleza del paisaje,
por las aves que vuelan en el cielo de añil,
por tus dádivas mil!
¡Muchas gracias, Señor!
por los ojos que tenemos…,
¡Ojos que ven la tierra y el mar,
que contemplan toda belleza!
¡Ojos que se iluminan de amor
ante el majestuoso festival de color
de la generosa Naturaleza!
¿Y los que perdieron la visión?
¡Déjame rogar por ellos
a tu noble corazón!
Yo sé que después de esta vida,
más allá de la muerte,
volverán a ver con alegría incontenida…
Muchas gracias por mis oídos,
por los oídos que me fueron dados por Dios.
Muchas gracias, Señor,
porque puedo escuchar
Tu nombre sublime, y así, puedo amar.
Muchas gracias, por los oídos que registran:
la sinfonía de la vida,
en el trabajo, en el dolor, en la lidia…
El gemido y el canto de las ramas del olmo,
las lágrimas doloridas del mundo entero
y la voz lejana del cancionero…
¿Y los que perdieron la facultad de escuchar?
Déjame por ellos rogar…
Sé que en Tu Reino volverán a soñar.
Muchas gracias, Señor, por mi voz
mas también por la voz que ama,
por la voz que canta,
por la voz que ayuda,
por la voz que socorre,
por la voz que enseña,
por la voz que ilumina,
y por la voz que habla de amor.