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jueves, 30 de abril de 2015

GOZOS A LA VIRGEN DE LA FUENSANTA PARA CURACIÓN DE ENFERMOS Y FAVORES


¡Oh!, Virgen de la Fuensanta,
protectora del murciano.

Reina cuyo nombre encanta,
Madre de todo cristiano,
pura, limpia y siempre santa.
Dame auxilio, Madre mía,
dame tu gracia y amparo,
dame gozo y alegría,
para, con acento claro,
cantar tu historia este día.

Una devota mujer
que el teatro ejercitaba,
harta del mundo correr,
en una cueva se entraba
vida penitente a hacer.

Esta mujer, sin ultraje,
con gran cuidado guardaba
un cuadro de vuestra imagen,
y allí su culto aumentaba
con especial homenaje.

Ya que con dulce alegría
la cómica penitente
algunos años vivía,
murió muy piadosamente,
fiel en vuestra compañía.

Sola viniste a quedar,
pero no, sacra María,
que al vivir tu Hijo en tu altar
de tan dulce compañía
jamás se pudo apartar.

Mil coros le rodeaban
de ángeles y serafines,
que, dulcemente, entonaban
con flautas y violines
los himnos que ambos cantaban.

Este coro angelical,
esta suave armonía
un pastor llegó a escuchar,
y, rebosando alegría,
a Murcia vino a avisar.

En el camino encontró
el Convento capuchino,
al Guardián cuenta le dio
de este portento divino
que la cueva conservó.

Los de esta religión santa,
con alegría y contento,
en su satisfacción tanta,
se trajeron al Convento
vuestra efigie sacrosanta.

Cuando en el Convento estaba
hubo un grande resplandor,
y del cielo se escuchaba
el himno que celebraba
a la Madre del Señor.

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El Cabildo, cuando vio
este milagro patente,
esta imagen reclamó,
más, en pleito, prontamente
el Convento la ganó.

Varios títulos buscaron
en medio de duda tanta;
cien mil cédulas echaron,
saliendo el de la Fuensanta,
que, con fervor, proclamaron.

Para que más se gozara,
se hizo seguidamente
a esta Reina Sacrosanta,
entre la Cueva y la Fuente,
templo que se consagrara.

Donde estás favoreciendo
al que implora tus piedades;
al murciano socorriendo,
pues curas enfermedades,
nuestros campos bendiciendo.

Por tu gracia tan divina
oye al mundo sus clamores,
tu favor a nos inclina,
que imploramos tus favores,
sacra estrella matutina.

Pues que aparecida fuiste,
Madre de todo cristiano,
y al murciano socorriste
con tu poderosa mano,
y a la huerta bendijiste,
haced que con santo celo,
¡Oh!, Virgen de la Fuensanta,
venga tu gracia y consuelo,
en Tí está nuestra esperanza:

 ¡Haz que subamos al Cielo!



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