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sábado, 8 de abril de 2017

ORACIÓN DE MANASÉS PARA PEDIR PERDÓN


¡Oh Señor omnipotente!
Dios de nuestros antepasados,
de Abraham y de Isaac y de Jacob
y de sus justos descendientes.

Oh Señor, Tú que hiciste el cielo y la tierra
con todo su ornato;
Que sellaste el mar por tu palabra imperiosa,
que confinaste lo profundo
y sellaste con tu terrible y glorioso nombre.

En quien todas las cosas se estremecen,
y tiemblan a la vista de tu poder.

Porque tu gloriosa majestad
no se puede aguantar,
y la amenaza de tu ira
para los pecadores es incalculable;

Sin embargo, inmensa e inalcanzable
es la promesa de tu misericordia,
porque Tú eres el Señor,
Altísimo sobre toda la tierra,
benigno y longánimo, y de mucha misericordia,
y Tú te compadeces de la malicia de los hombres.

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Pero tú, Señor, por tu gran bondad,
has prometido la penitencia y remisión p
ara los que han pecado contra Ti,
y en la multitud de tus misericordias
has decretado a los pecadores
la ley de la penitencia,
para que puedan salvarse.



Pues Tú, ¡oh Señor, Dios de los justos!,
no has decretado la penitencia
para los justos Abraham, Isaac y Jacob,
que no pecaron contra ti,
sino que has señalado la penitencia
para mí, pecador.

Porque mis pecados son más numerosos
que la arena del mar;
mis iniquidades son multiplicadas,
¡Oh Señor, son multiplicadas mis iniquidades!
No soy digno de mirar y considerar
la inmensidad del cielo debido
a la multitud de mis iniquidades.

Inclinado estoy,
atado con muchas cadenas de hierro,
para que no pueda levantar cabeza ni tener alivio,
porque he provocado tu cólera
y he cometido la maldad delante de ti,
creando abominaciones y multiplicando ofensas.

Y ahora doblo las rodillas de mi corazón,
 implorando tu amabilidad, Señor.

He pecado Señor, he pecado,
y reconozco mis transgresiones.

Por esto te imploro, Señor, perdóname,
¡Oh Señor, perdóname!
No me destruyas con mis iniquidades,
ni enojado eternamente,
guardes maldad para mí;
ni me condenes a las profundidades de la tierra.
 
Porque Tú eres, oh Señor,
el Dios de los que se arrepienten.

Y en mí manifestarás toda tu bondad;
porque, indigno aun como soy,
tú me salvarás por tu gran misericordia.

Y yo te alabare por siempre
todos los días de mi vida.
Porque toda la multitud del Cielo Te alaba,
y tuya es la gloria por los siglos de los siglos.
 
Amén.


Consta en el libro segundo de los Paralipómenos (Crónicas), capítulo 33, verso 13, que Manasés, rey de Judá, estando cautivo en Babilonia como castigo por haber hecho idolatrar al reino y matar a muchos del pueblo (entre ellos el Profeta Isaías), se acordó de Yahveh e hizo oración arrepintiéndose de sus pecados, y por ello Yahveh le restableció en el trono, donde dedicó el resto de su vida a restablecer la Adoración verdadera.


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