Las Oraciones Más Antiguas, Mágicas, Efectivas y Poderosas

viernes, 23 de marzo de 2018

ORACIÓN DE LAS SIETE PALABRAS


Jaculatoria:

Jesús y redentor nuestro,
ante la cruz te adoramos,
y humildes te suplicamos
por tu muerte y tu pasión;
por tus punzantes dolores
por tus crueles tormentos
que en los postreros momentos
nos des paz y absolución.

PRIMERA PALABRA

«Desciende de la Cruz y creeremos
«que eres hijo de Dios», dice el gentío,
y a Jesús, increpando el pueblo impío
se burla y mofa descreído y ciego;
Padre mío perdón, Jesús exclama,
y los ojos sin luz alza amoroso,
no saben lo que hacen, piadoso
perdónalos Señor, yo te lo ruego.

Jaculatoria

Jesús y redentor nuestro, etc...

Palabras de piedad brotan sus labios
dirigiéndose al Dios omnipotente,
e implora por la plebe delincuente
y olvida generoso sus agravios.

SEGUNDA PALABRA

María la sin par, la virgen madre,
acongojada y sin consuelo llora,
y rendida al dolor, hora tras hora
su aliento aspira del que está en la Cruz;
Mujer, dice Jesús con tenue acento
mirando a Juan, ese tu hijo es,
a él, madre clemente en ella ves,
añade con piadosa excelsitud.

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Jaculatoria

Jesús y redentor nuestro, etc.

Esa madre divina incomparable
nos dio el Señor pendiente de la Cruz,
madre augusta, purísima, entrañable,
madre que brinda a los creyentes luz.

TERCERA PALABRA

A la diestra de Dios crucificado,
compartiendo el horror de tal suplicio
un criminal admira el sacrificio
abriendo a la verdad su corazón;
perdón, perdón, acógeme en tu reino,
yo creo en ti, Señor, dice ferviente,
hoy, responde Jesús al delincuente,
serás conmigo en la eternal mansión.

Jaculatoria

Jesús y redentor nuestro, etc.

Rayo de luz que del empíreo vienes
la mente a iluminar del moribundo,
Fe santa y redentora
que animas y sostienes
el corazón con plácida esperanza,
del pecador contrito,
que abandona la senda del delito
y salvación alcanza.

CUARTA PALABRA

Mudo el espacio está, nada perturba
el silencio que reina en tal instante
y solo de Jesús, agonizante,
se escucha la postrer respiración;
¡oh padre mío, padre mío! exclama
¿por qué me abandonaste? y desfallece
lívido el rostro de marfil parece
y al cuerpo agita recia convulsión.

Jaculatoria

Jesús y redentor nuestro, etc.

¡Oh mi Dios, oh dolor ! amargo llanto
vierto Señor, por tu pasión sublime,
e invocando tu nombre sacrosanto,
la cruz adoro que al mortal redime.

QUINTA PALABRA

Empañado el cristal de su pupila
Jesús, pendiente del fatal madero
de escarnio y mofa sirve al pueblo entero
que enconado se ceba contra él,
sed tengo, clama y su angustiado acento,
rendir pudiera a un corazón de roca,
pero la turba despiadada y loca,
le brinda esponja con vinagre y hiel.

Jaculatoria

Jesús y redentor nuestro, etc.

¡Oh Dios! no desampares
al pecador contrito
que en su postrer momento
te implora con amor;
por esa sed inmensa
que amargó tu agonía,
por tu preciosa sangre
divino Salvador.

SEXTA PALABRA

Cruza el espacio fúnebre lamento
como soplo fugaz de un alma errante
es de Jesús, la voz agonizante
que ¡Oh padre! grita, consumado está.
El rostro inclina en palidez bañado
tiende a la tierra su postrer mirada
fijándola en su madre acongojada,
y yerto queda sin aliento ya.

Jaculatoria

Jesús y redentor nuestro, etc.

Sublime sacrificio. ¡Oh padre mío!
por nosotros murió crucificado,
para nuestro rescate al hijo amado,
nos dio el Señor, omnipotente y pío.

SÉPTIMA PALABRA

En tus manos, ¡oh Dios! pongo mi espíritu
murmura balbuciente el Salvador,
su pecho oprime el último estertor
y expira el mártir redimiendo al mundo.
Se estremece la tierra, el ronco trueno
retumba del Calvario en la alta cumbre,
y la feroz, atea muchedumbre,
huye impulsada por terror profundo.

Jaculatoria

Jesús y redentor nuestro,
ante la Cruz te adoramos
y humildes te suplicamos
por tu muerte y tu pasión;
por tus punzantes dolores,
por tus crueles tormentos,
que en los postreros momentos
nos des paz y absolución.

Plegaria

Dios de bondad escucha
la tímida plegaria
que arrancan de mis labios
tu cruz y tu pasión;
que es de tu imagen pura
la urna cineraria
donde te rinde culto,
mi pobre corazón.

Señor, perdón te pido
depón ¡ay! tus enojos
que de la fe en mi alma
radiante está la luz;
de lágrimas henchidos
están mis tristes ojos,
hundida está en el polvo,
mi frente ante esa cruz.




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