Indulgenciada por el Papa Pío VII
Oh Sangre Preciosísima de vida eterna,
precio y rescate de todo el universo
bebida y purificación de nuestras almas,
que defiendes continuamente
la causa de los hombres
ante el trono de la Suprema Misericordia!
Os adoro profundamente,
y quisiera desagraviaros,
hasta donde me sea posible,
de las injurias y ultrajes que recibís continuamente
de las criaturas humanas;
y especialmente de aquellas
que se atreven temerariamente a blasfemar de Vos.
Y
¿quién no bendecirá esta Sangre de infinito valor?
¿Quién no se sentirá inflamado de amor
para con Jesús que la derramó?
¿Qué sería de mí si no hubiese sido rescatado
por esta Divina Sangre?
¿Quién os sacó hasta la última gota
de las venas de mi Señor?