Oh Dios, que hiciste a los hijos de Israel
caminar en medio del mar seco y que,
por medio de la estrella mostraste a los tres Magos
el camino para llegar a ti, concédenos,
te suplicamos, un viaje sereno y un tiempo tranquilo:
a fin que, con la compañía de tu santo Ángel,
podamos llegar a destino y al final
lleguemos felizmente al puerto de eterna salvación.
Oh Dios, que llamaste a tu siervo Abrahán
desde Ur de los caldeos,
y que le conservaste ileso
en todos los caminos de su peregrinación:
te suplicamos que te dignes protegernos
a nosotros tus siervos,
siendo para nosotros, oh Señor,
nuestra ayuda en la preparación,
solaz en el camino,
sombra en el estío,
refugio en la lluvia y el frío,
vehículo en la debilidad,
refugio en la adversidad,
báculo en los caminos resbalosos
y puerto en el naufragio,
para que, guiados por ti,
lleguemos prósperamente a donde vayamos,
y regresemos incólumes a nuestro hogar.