Las Oraciones Más Antiguas, Mágicas, Efectivas y Poderosas

sábado, 28 de abril de 2018

GOZOS AL GRAN PODER DE DIOS PARA ALEJAR TERREMOTOS Y DESCGRACIAS


Pues sois, bueno, aunque severo
castigando al pecador,
para este pueblo contrito
¡Misericordia, Señor!

No mires nuestros delitos,
Señor de suma clemencia,
que hoy purgamos la conciencia
abjurando nuestro error.
Llorosos te suplicamos
por tu PODER infinito,
para este pueblo contrito
¡Misericordia, Señor!

Cesen ya de tu justicia
los rayos de tus enojos,
que ante tus plantas, de hinojos,
alzamos nuestro clamor.
Mira ¡oh Dios! nuestra agonía;
no desoigas este grito:
para este pueblo contrito
¡Misericordia, Señor!

De los fieros terremotos
y de cualquiera desgracia,
libra a los pueblos que en gracia
hoy están por tu dolor.
Y olvidando sus deslices
claman al cielo bendito:
para este pueblo contrito
¡Misericordia, Señor!
Oye, Señor, nuestras voces,
pues son la expresión sincera
de la fe más verdadera
que nos presta su calor.
El hombre ¡oh Dios! se horroriza
creyéndose ya maldito,
para este pueblo contrito
¡Misericordia, Señor!

A tu PODER soberano,
sin tener desconfianza,
le pedimos la esperanza
y el consuelo de tu amor.
Piedad para los que claman
con angustia y con dolor:
para este pueblo contrito,
¡Misericordia, Señor!

No más castigos, pues libres
de la culpa con tu amparo,
será tu PODER el faro
que ilumine al pecador...
Confiados, pues, te pedimos
con un penetrante grito:
para este pueblo contrito,
¡ Misericordia, Señor!'

Pues sois bueno, aunque severo
castigando al pecador,
para este pueblo contrito
¡ Misericordia, Señor!


ORACIÓN

¡Omnipotente y Sempiterno Dios!

Un pueblo entero, que conoce sus faltas
y abjura sus errores, se prosterna
a tus plantas y te pide compasión.
 
Nosotros, Hijos tuyos,
que estamos en el mundo por un destello
de tu inagotable bondad,
¿habremos de sufrir tan tremendos castigos
como con el que acaba de amenazarnos
tu justa indignación?

No, magnánimo Señor,
porque nosotros, con nuestras oraciones
y con una penitencia que nos lave
de la odiosa mancha del pecado,
detendremos tu cólera
y procuraremos hacernos dignos
de estar siempre junto á Ti,
allá en la patria de los bienaventurados,
donde se manifiesta
con todo su esplendor y grandeza
tu ETERNO PODER,
y donde sólo se escuchan los himnos
de alabanza qué entonan los ángeles
a tu Majestad.
 
Líbranos, pues, Señor,
de toda clase de calamidades,
y muy especialmente
del terrible azote de los terremotos.

Nosotros te ofrecemos enmendarnos,
confesar nuestras faltas
y llevar una vida que sea toda virtud y santidad.
 
Tú eres el padre de los hombres,
el Dios de la misericordia;
duélete de nosotros,
escucha los clamores
de tus desgraciados hijos
y ten piedad de este pueblo
que te ha de adorar eternamente.
 
Amén
 
 
 


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