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viernes, 29 de junio de 2018

A SAN ANTONIO DE PADUA PARA ALCANZAR REMEDIO A TODA NECESIDAD


Prodigioso y docto San Antonio,
que estáis atento desde el Cielo
a los que te dirigimos nuestras súplicas,
y que presidís aquí en espíritu
estas santas oraciones,
con las que solicitamos conseguir
vuestra ayuda y protección:
 
Vos, viva Antorcha de la Fe,
Mártir de deseos,
Serafín inflamado en el divino amor.
 
Vos que fuisteis el regalo y delicias de Jesús niño
y los cariños de su Santísima Madre.
 
Vos, ensalzado del Vicario de Jesucristo
con los ilustres renombres de Arca del Testamento,
Doctor santísimo, y armario de las divinas Escrituras.
 
 Aunque sois ya morador de la Corte de Dios
donde gozáis el premio debido
a vuestros apostólicos sudores,
sois todavía como morador del mundo,
pues os halláis presente
al remedio de toda necesidad.

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Vos estáis al lado de los enfermos
que os llaman, y los sanáis;
de los afligidos, y los consoláis;
se invoca vuestro nombre
entre cadenas y calabozos,
y les quitáis el horror.

Se oye vuestro nombre en el mar,
y se aplacan sus iras;
se os pide lo que se ha perdido,
y lo restituís;
y no parece sino que andáis
por bosques y desiertos en guardia y custodia
de las bestias perdidas,
para poderlas restituir al devoto
que os las pidiere.

 ¡Oh, sea mil veces bendito aquel Dios,
que os hizo de un corazón tan benéfico,
y que depositó en vuestras manos
tan soberano poder!

En vista de todo esto
deseo alcanzar de vos una gracia,
dulcísimo Santo mío,
y espero que me la concederéis,
si os la pido con el debido fervor:

(Hacer la petición)

Haced también, pues,
que encuentre la gracia y amistad del Señor,
si la hubiere perdido,
y que nunca jamás pierda a un Dios
que a tanta costa me redimió.

 Fortalecedme en su santo servicio,
para que siempre le sirva:
avivad mi fe,
corroborad mi esperanza,
encended mi caridad,
y sed mi guía en los breves
y penosos días de esta peregrinación.

Y sobre todo estad a mi lado
en el punto de mi muerte,
ayudándome a acabar mi vida
en gracia y amistad de Dios.

Sea este el último triunfo de vuestra protección;
que yo os prometo de celebrar eternamente
vuestra piedad, y de cantar juntamente con Vos
en el Cielo las grandes misericordias de aquel Dios,
que vive y reina por todos los siglos de los siglos.

Amén.

 

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