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lunes, 9 de julio de 2018

A NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE CHIQUINQUIRÁ, GOZOS


Pues sois de los pecadores
el consuelo y la alegría.
¡Oh Madre clemente y pía,
escuchad nuestros clamores!

Si en vuestra imagen hermosa
de Chiquinquirá encontramos
todo el bien que deseamos
en esta vida penosa;
Si en todos tiempos graciosa
dispensáis vuestros favores
con franca soberanía.
¡Oh Madre clemente y pía,
Escuchad nuestros clamores!

Fénix de amor, renovada
para remediar al hombre
ostentáis este renombre
en vuestra Imagen sagrada;
Con tal timbre coronada,
se aumentan más los ardores
de vuestro amor cada día.
¡Oh Madre clemente y pía,
escuchad nuestros clamores!
 
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Escoltan vuestra dulce imagen
dos celestes edecanes,
inmaculados guardianes:
San Andrés y San Antonio;
De Santo Domingo testimonio
sus hijos predicadores,
os custodian noche y día.
¡Oh Madre clemente y pía,
escuchad nuestros clamores!

Como aquella nubecilla
que Elías vio en el Carmelo
así por nuestros consuelos
obrasteis la maravilla;
De una oscura imagencilla
salieron magnos primores,
que son asombro del día.
¡Oh Madre clemente y pía,
escuchad nuestros clamores!

¡Que copiosa y que incesante
es la lluvia soberana
de milagros, con que ufana
nos beneficiáis amante.
No se da ningún instante
sin que derraméis favores
con general bizarría!
¡Oh Madre clemente y pía,
escuchad nuestros clamores!

Todo el que imploró confiado
y con sincera intención
vuestro amparo y protección,
salió siempre consolado.
Infinitos han cambiado
en delicias sus dolores,
porque os buscaron por guía:
¡Oh Madre clemente y pía,
escuchad nuestros clamores!

No hay enfermedad penosa,
no hay trabajo ni desgracia
que Vos, con pronta eficacia,
no remediéis generosa;
si es que con fe fervorosa,
quien busca vuestros amores,
de los vicios se desvía:
¡Oh Madre clemente y pía,
Escuchad nuestros clamores!

Todo el Reino Cristiano
así lo confiesa ufano,
porque jamás clamó en vano
a vuestro auxilio Divino:
Con modo el más peregrino
en sus congojas mayores
le habéis dado la alegría.
¡Oh Madre clemente y pía,
escuchad nuestros clamores!

Casa común del consuelo
es vuestro templo sagrado,
pues en él habéis franqueado
vuestro maternal desvelo.
Por eso con tanto anhelo,
sin recelos ni temores,
os clamamos noche y día.
¡Oh Madre clemente y pía,
escuchad nuestros clamores!

¡Pueblo de Chiquinquirá,
tierra mil veces dichosa!
¡Qué riqueza tan preciosa
Dios en su campo nos da!
¡Oh!, qué celestial maná,
de tan infinitos sabores,
vierte en su imagen María:
¡Oh Madre clemente y pía,
escuchad nuestros clamores!

Pues sois de los pecadores
el consuelo y la alegría.
¡Oh Madre clemente y pía,
escuchad nuestros clamores!

Antífona.
 
Bienaventurada Madre del Redentor,
puerta del Cielo siempre abierta,
hermosa estrella que guiáis a los que navegan
el mar tempestuoso de este mundo:
 
 Socorre a los que están caídos en el pecado,
y que desean librarse de él,
tú que con pasmo de toda la naturaleza concebiste
y diste a luz a tu Creador, Virgen Santa,
permaneciendo tal antes y después del parto,
compadécete de los pecadores,
recibiendo la salutación del Ángel San Gabriel.

℣. Ruega por nosotros, ¡oh Santa Madre de Dios!

℟. Para que seamos dignos de las promesas
de nuestro Señor Jesucristo.
 
 
 

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