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viernes, 21 de diciembre de 2018

A LA VIRGEN DEL SUFRAGIO, ORACIÓN PARA LIBERAR ALMAS DEL PURGATORIO


Concédenos, te suplicamos, Dios omnipotente,
que por los sufragios intercesores
de la bienaventurada Virgen María,
obtengan indulgencia las almas fieles,
y nos des tu gracia para conseguir
el premio de la vida eterna.
 
Por Jesucristo Nuestro Señor.
 
Amén.

Dios omnipotente,
Padre de bondad y de misericordia,
apiádate de las benditas almas del Purgatorio
y ayuda a mis queridos padres y antepasados.

A cada invocación se contesta:
 ¡Jesús mío, misericordia!

Ayuda a mis hermanos y parientes.
¡Jesús mío misericordia!

 Ayuda a todos mis bienhechores
espirituales y temporales.
 


Ayuda a los que han sido mis amigos y súbditos.

 Ayuda a cuantos debo amor y oración.

 Ayuda a cuantos he perjudicado y dañado.

 Ayuda a los que han faltado contra mí.

 Ayuda a aquellos a quienes profesas predilección.

 Ayuda a los que están más próximos a la unión contigo.

 Ayuda a los que te desean más ardientemente.

 Ayuda a los que sufren más.

 Ayuda a los que están más lejos de su liberación.

 Ayuda a los que menos auxilio reciben.

 Ayuda a los que más méritos tienen por la Iglesia.

 Ayuda a los que fueron ricos aquí,
y allí son los más pobres.

 Ayuda a los poderosos,
que ahora son como viles siervos.

 Ayuda a los ciegos
que ahora reconocen su ceguera.

 Ayuda a los vanidosos
que malgastaron su tiempo.

 Ayuda a los pobres
que no buscaron las riquezas divinas.

 Ayuda a los tibios
que muy poca oración han hecho.

 Ayuda a los perezosos
que han descuidado tantas obras buenas.

 Ayuda a los de poca fe
que descuidaron los santos Sacramentos.

 Ayuda a los reincidentes
que sólo por un milagro de la gracia se han salvado.

 Ayuda a los padres
que no vigilaron bien a sus hijos.

 Ayuda a los superiores
poco atentos a la salvación de sus súbditos.

 Ayuda a los pobres hombres,
que casi sólo se preocuparon del dinero y del placer.

 Ayuda a los de espíritu mundano que no aprovecharon
sus riquezas o talentos para el cielo.

 Ayuda a los necios, que vieron morir a tantos
no acordándose de su propia muerte.

 Ayuda a los que no dispusieron a tiempo de su casa,
estando completamente desprevenidos
para el viaje más importante.

 Ayuda a los que juzgarás tanto más severamente,
cuánto más les fue confiado.

 Ayudad a los pontífices y gobernantes.

 Ayuda a los obispos y sus consejeros.
 
Ayuda a mis maestros y pastores de almas.

 Ayuda a los defensores de la santa fe.

 Ayuda a los caídos en los campos de batalla.

 Ayuda a los sepultados en los mares.

 Ayuda a los muertos repentinamente.

 Ayuda a los fallecidos sin recibir los santos sacramentos.

V. Dales, Señor, a todas las almas el descanso eterno.

R. Y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz.

V. Que en paz descansen.

R. Amén.
 



Para socorrer a nuestros difuntos, y a cuantos se encuentran en el seno del Purgatorio, la Iglesia nos invita a pedir fervorosos esta ayuda llamada sufragio (del latín "suffrágium" = "recomendación"), siendo el más precioso posible el ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa por las benditas Ánimas. También podemos ofrecer oraciones, actos de caridad, sacrificios, limosnas, mortificaciones y las indulgencias que ganemos.

Siguiendo esta práctica (que es una aplicación del dogma de la Comunión de los Santos), seremos semejantes al buen samaritano que, según la parábola, condujo a la posada, en su propia montura, al herido yacente en la vera del camino por donde pasó. Perseverando en socorrer a las Benditas Ánimas, no sólo tendremos intercesores en nuestras necesidades terrenas, sino que también nos socorrerán con sus ruegos en la hora de la muerte y en nuestro Juicio particular.

 
 
 

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