Piadosísimos Abuelos míos,
San Joaquín y Santa Ana, 
pues vivisteis entre tantas aflicciones, 
injurias y grandes desprecios, 
y con vuestra gran paciencia merecisteis, 
que el Altísimo os consolase tan cumplidamente:
Espero, que vuestra piedad
no se negará a compadecerse 
de mi gran miseria y necesidades,
 y que oyendo los tristes clamores de mi súplica,
ejercitaréis en mi necesidad vuestra protección,
alcanzándome de vuestro divino Nieto,
ejercitaréis en mi necesidad vuestra protección,
alcanzándome de vuestro divino Nieto,
y mi Redentor Jesús, 
que las tribulaciones, afrentas y trabajos 
Y que admitiéndoles con verdadera conformidad, 
sepa mi alma sacar el fruto, 
que su Divina Majestad desea, 
y me conviene a mí,
para obtener la salvación eterna,
y poder disfrutar con vosotros
de la Gloria de Dios,
Nuestro amado Padre Celestial. 
Amen.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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