Jesús se alude a sí mismo como la Piedra y describe las consecuencias crecientes de oponerse a Él.
Aquellos que se oponen a Él por ignorancia o debilidad sufrirán daño, pero si rechazan a Cristo voluntariamente, la Piedra los aplastará y los dispersará en el viento.
Esta advertencia no se perdió en los principales sacerdotes, escribas y ancianos, intensificando su enemistad hacia Jesús y confirmando su representación precisa de ellos en la parábola.
Revela la autoridad de Cristo como el Hijo, Heredero y Juez, así como el destino poco envidiable de quienes lo rechazan.
ORACIÓN A JESUCRISTO JUSTO JUEZ
Justo juez,
hijo de la Virgen María,
no me abandones
ni de noche ni de día.
Que no me vea ni muerto,
ni preso, ni herido...
ni de justicia perseguido
[ni de mis enemigos vencido]
La sangre de mis venas
me vienen a pedir,
yo no se lo quiero dar:
Ojos tendrán y no me verán,
oídos tendrán y no me oirán,
manos tendrán y no me tocarán,
pies tendrán y no me alcanzarán,
boca tendrán y no me hablarán.
¿Quién me guía?
El espíritu de Jesús y de María.
Porque con el manto
que la Virgen tiene puesto
y la sábana
con que Cristo fue envuelto
será mi cuerpo cubierto,
Amén.
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