San Gregorio se apiló
y Santa María lo curó
y en este mismo
nombre te curo yo.
De mal de ojito, de
mal de lombrices,
del bocado mal
mascado, tabarolillo,
calor, resfriado,
aire o mal aire,
irritación del cuerpo, de la sangre...
de
susto, asustado, ageliado,
entristecido, sangre
derramada por el cuerpo,
daño u otra
enfermedad
que haciéndole mal está…
sea apartado de sus
carnes y de sus cuerpos
y tirado al fondo del
mar
en aquella parte del muradar,
donde ni a ti ni a
mí,
ni a otra pobre
criatura nos haga mal.
Dios te dé salud y
reposo
Santo misericordioso,
no te corto con
cuchillo ni sierra
porque no puedo,
yo te corto con Dios
Padre,
con Dios Hijo y con
Dios Espíritu Santo,
con la misa del
domingo,
con el Evangelio de
San Juan,
con las tres palabras
fuertes
que dijo el sacerdote
al pie del altar
cuando quiso consagrar:
crie-ebi-son pater
nostre celestial.
¡Oh Virgen Santísima!
Yo te vuelvo a
suplicar,
que así como el
sacerdote
no puede decir la
misa sin pan,
sin vino y sin la
piedra del altar,
ruego a mi Señor
que
le quites y le apartes
todo lo que
haciéndole mal está.
Jesucristo vive,
Jesucristo reina,
Jesucristo de todo lo
malo
y de peligro que te
defienda.
Jesús Nazareno,
quítale lo malo
y ponle lo bueno,
quítale lo malo
y ponle lo bueno.
A continuación se
reza un Credo y se dice:
Estos Credos y estas
Santas Oraciones
que tengo rezadas,
ofrecidas y encomendadas
al
Señor de la Salud
y a la Virgen del
Palo,
para que tengan la
bondad
de quitarle todo lo malo
que haciéndole mal
está.
Y si esto no basta
que sea la gracia de Dios Padre,
Dios Hijo y Dios
Espíritu Santo.
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