Escuchen y estén atentos:
Cuando Jesucristo llama,
San Juan y la Magdalena
San Juan y la Magdalena
todos juntos caminaban
con un tomado de basto
y un calidoro llevaban
donde recogen la sangre
que Jesucristo derrama.
Sale la Virgen buscando
por el rastro de la sangre;
con una mujer se encuentran
con una mujer se encuentran
y a ella le preguntaba:
--¿Dónde me ha visto pasar
--¿Dónde me ha visto pasar
un hijo de las entrañas?
"Sí, señora, sí, lo vi
antes que el gallo cantara,
con una cruz en los hombros
del madero muy pesao
y la corona de espino
y la corona de espino
que el cerebro traspasaba;
la cruz como era tan grande
la cruz como era tan grande
tres veces se arrodillaba."
La Virgen oye las nuevas,
cae a tierra desmayada;
San Juan, como buen sobrino,
tuvo pronto a levantarla.
"Levántate, tía, le dice,
"Levántate, tía, le dice,
levántate, tía del alma,
que allá arriba del Calvario
que allá arriba del Calvario
entre tres luces estaba."
Un hombre estaba en el medio,
Jesucristo se llamaba.
La Virgen no lo conoce,
aunque mucho lo miraba.
Conócelo Madalena,
que a los pies de Cristo estaba.
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Vuelve la cabeza Cristo
hiciste tu testamento
que a todo el mundo agradaba.
Perdonaste a los impíos
y a quien le dio la lanzada,
aquel perro del judío
que le dio la bofetada.
San Pedro le deja las llaves,
quien tres veces te negaba,
sólo a mí por ser mujer
me deja desamparada.
Vuelve la cabeza Cristo
y a San Juan le preguntaba:
--¿Quién es aquella mujer
que tan lindamente hablaba?
"Es María Madalena,
"Es María Madalena,
la que mucho te estimaba,
quien te lavaba los pies
quien te lavaba los pies
con lágrimas que derramaba."
"Calla, calla, Madalena,
no te dejó desamparada,
que en el centro de mi patria
tengo una silla apartada
pa que te sientes en ella
pa que te sientes en ella
contra mi madre sagrada."
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