Oh! mi Jesús amado
manso Cordero de Dios,
que a pesar todos mis pecados cometidos
siempre perdonas y escuchas mis súplicas.
Veneramos en esta Semana Santa
tu crudísima pasión, muerte y resurrección.
Sufro imaginando la herida causada
por el peso de la cruz sobre tus sagrados hombros,
los desgarros de tu carne,
las humillaciones sufridas,
tu crucifixión y muerte,
y el inmenso dolor de tu Santísima Madre,
La Virgen María,
que me aflige y me provoca
una profunda lástima.
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Yo, oh Altísimo Jesús,
también lloro por ti
y desde lo más profundo de mi corazón te alabo,
te glorifico, y por encima de todo, te amo.
Muchas gracias
por la dolorosa herida de tu hombro
donde llevaste la cruz,
por todo el dolor que sufriste,
por tu muerte y resurrección
porque todo ello lo hiciste por mi salvación.
Humildemente te ruego:
¡Ten piedad de mí!
, pobre criatura pecadora,
perdona mis pecados
y acude en mi ayuda y auxilio.
(Hacer la petición)
Por los siglos de los siglos,
Amén.
Oh, Jesús,
Manso Cordero de Dios.
Ruega por nosotros, los pecadores.
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