venimos a Vos
como a la fuente viva que refrigera,
como a la llama que calienta,
como a la aurora que disipa las tinieblas,
como a la Madre siempre atenta
a las necesidades de sus hijos.
¡Oh Madre Admirable!,
hay horas,
en que el camino de nuestra vida es duro.
No es fácil andar siempre
con paso igual en el camino del deber.
No es fácil amar al prójimo,
nuestro hermano,
como Jesús quiere que lo amenos.
No es fácil conservar un alma serena
en medio de las vicisitudes de la vida.
No es fácil amar a las criaturas
y reservarse para Dios.
No es fácil hacerse pequeño y humilde
cuando el orgullo relama.
No es fácil ir caminando
hacia el Dios de luz
por caminos llenos de sombra.
Hay días en los que todo es carga.
Pero Vos, oh Madre Admirable,
hacéis todo fácil.
el sacrificio de nuestros caminos,
como Dios tampoco lo quitó del vuestro,
pero facilitáis el esfuerzo
haciendo que crezca el amor.
El amor siempre vencedor en Vos,
os hizo decir
en el umbral de vuestro destino:
"Fiat mihi secundurn Verbum tuum".
Esta palabra de adhesión
al amor que os guiaba,
jamás la retirasteis.
jamás la retirasteis.
Jamás os rebelasteis ante el sufrimiento,
sino que ofrecisteis a su acción
un alma mansa y humilde.
Entregada a Dios.
sino que ofrecisteis a su acción
un alma mansa y humilde.
Entregada a Dios.
¡Oh María!,
que vuestro ejemplo sea mi fuerza.
Haced que todo sea fácil en mi vida,
no suprimiendo toda pena,
sino por un amor generoso,
siembre mayor que la pena.
¡Oh Madre dulcísima!,
dadme un corazón lleno de fortaleza;
y si veis que mi amor se apaga pronto,
os suplico, dad a vuestra(o) hija(o)
un poco del vuestro
y repetidle la lección del verdadero amor.
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