Oh, hermosísima Santa Rosa de Lima,
que desde tu adolescencia
sufriste enfermedad, dolores
y mortificaciones en silencio,
haciendo de tu alma una rosa,
en la que se recreaba Jesucristo.
Tú supiste lo que es amar a Jesús
con un corazón tan puro, fiel y generoso,
y despreciaste las vanidades del mundo
para abrazarte a su cruz.
Recluida en tu ermita,
sólo salías para atender las necesidades
de los mas desfavorecidos
dedicándote al cuidado y sirviendo
a los más pobres y desvalidos,
de los que fuiste su mas amorosa
cuidadora y enfermera.
Milagrosa y valiente defensora
en la defensa de Lima,
tu evitaste que fuera atacada por el enemigo
y desde entonces la sigues guardando
y protegiendo a todos sus habitantes.
Ahora gozando de santidad en el cielo,
eres portento de curaciones milagrosas
y benevolente intercesora
para el cumplimiento de las peticiones
que te hacemos tus devotos
de todas las naciones del mundo.
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Confiando en ti, y sin ninguna duda
Confiando en ti, y sin ninguna duda
de que obtendré tu ayuda,
acudo a pedirte favor,
a pedirte remedio para mi gran necesidad:
(Hacer la petición)
Sé que no saldré defraudado,
pues grande es tu compasión
a los que necesitamos tu atención.
También te ruego que infundas en mi,
el gran deseo de imitar tus grandes virtudes
para que, siguiendo tu ejemplo,
de servicio desinteresado
a los pobres y abandonados,
y pueda gozar de tu protección en la tierra
y de tu compañía en el cielo.
Por Nuestro Señor Jesucristo,
Amén.
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