SEGUNDA ESTACIÓN
Jesús carga con la cruz a cuestas.
Jerusalén arde en fiestas.
Qué tremenda diversión
ver al Justo de Sión
cargar con la cruz a cuestas.
Sus espaldas curva, prestas,
a tan sobrehumano exceso,
y, olvidándose del peso
que sobre su hombro gravita,
con caridad infinita
imprime en la cruz un beso.
Tú el suplicio y yo el regalo.
Yo la gloria y Tú la afrenta
abrazado a la violenta
carga de una cruz de palo.
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Y así, sin un intervalo,
sin una pausa siquiera,
tal vivo mi vida entera
que por mi te has alistado
voluntario abanderado
de esa maciza bandera.
ORACIÓN
Te adoramos, oh Cristo,
y te bendecimos,
porque has redimido el mundo
por tu santa cruz
Dios Todopoderoso,
por los méritos de la Pasión y muerte
de tu Hijo Jesucristo,
libéranos de la esclavitud del pecado
y haznos dignos de su amor.
A través del mismo Jesucristo
nuestro Señor, que vive y reina contigo,
en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.
Amén
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