.A tan bárbara congoja
y pesadumbre declinas
y tus rodillas divinas
se hincan en la tierra roja.
Y no hay nadie que te acoja.
En vano un auxilio imploras.
Vibra en ráfagas sonoras
el látigo del blasfemo.
Y en un esfuerzo supremo
lentamente te incorporas.
Como el Cordero que viera
Juan, el dulce evangelista,
así estás ante mi vista
venciera y humillaría.
Ya el Cordero se ofrecía
por el mundo y sus pecados.
Con mis pies atropellados
como a un estorbo le hería.
ORACIÓN
Señor Jesús,
levántanos de nuestras caídas,
reconduce nuestro espíritu
extraviado a tu Verdad.
No permitas que la razón humana,
que tú has creado para ti,
se conforme con las verdades parciales
de la ciencia y de la tecnología
sin intentar siquiera plantearse
las preguntas fundamentales
sobre el sentido y la existencia.
Concédenos, Señor,
abrirnos a la acción de tu Santo Espíritu,
de modo que nos conduzca
a la plenitud de la verdad.
Amén.
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