Pues nos vinisteis a honrar
antes de subir al cielo,
dadnos salud y consuelo
Madre de Dios del Pilar.
En aquella división
de todo el Apostolado,
Jacobo fue el enviado
a dar luz a esta región;
de España la protección
os dignasteis encargar.
El Apóstol con piedad
por España predicó,
y en Zaragoza paró,
donde con gran majestad
en trono de claridad
le viniste a visitar.
Os consagró el primer templo
que en el mundo se labró
a vuestro nombre, y quedó
para otros muchos ejemplo;
sois, Virgen, como contemplo,
nuestro escudo singular.
Fue apostólico el modelo,
y la obra angelical,
y aunque entró poco caudal,
vino este caudal del cielo:
pues vos, Virgen, en un vuelo,
allí os quisisteis quedar.
Sobre este Pilar, Señora,
para españoles y extranjeros,
ya mil y ochocientos años
permanecéis protectora:
de todos remediadora sois,
si os saben invocar.
Ni el arraigo aniquilón
ni el huracán agareno,
pudieron con su veneno
privar nuestra devoción:
la católica oración
nunca faltó en vuestro altar.
Movida del interés,
no sólo fue Zaragoza,
pues también Valencia goza
en un Pilar vuestros pies:
un devoto aragonés
os empezó a venerar.
Un magnifico convento
os labró el gran Guzmán,
vuestro español capitán,
para trono y vuestro asiento:
en donde con gran contento
os eligió titular.
Con amor y claridad
para más veneración,
fundó nuestra devoción
una devota hermandad:
espera en vuestra bondad
muchos aumentos lograr.
Con muy devota porfía
vuestra hermandad diligente,
del undécimo Clemente
alcanzó al cofradía:
fue sin igual la alegría,
al ver su ruego otorgar.
No sólo vuestra hermandad,
sino también todo el mundo,
espera en vuestra clemencia
alcanzar de vos piedad:
de vuestra benignidad
lo podemos confiar.
Pues estáis en ese altar
sobre los tronos del cielo,
dadnos salud y consuelo
Madre de Dios del Pilar.
para españoles y extranjeros,
ya mil y ochocientos años
permanecéis protectora:
de todos remediadora sois,
si os saben invocar.
Ni el arraigo aniquilón
ni el huracán agareno,
pudieron con su veneno
privar nuestra devoción:
la católica oración
nunca faltó en vuestro altar.
Movida del interés,
no sólo fue Zaragoza,
pues también Valencia goza
en un Pilar vuestros pies:
un devoto aragonés
os empezó a venerar.
Un magnifico convento
os labró el gran Guzmán,
vuestro español capitán,
para trono y vuestro asiento:
en donde con gran contento
os eligió titular.
Con amor y claridad
para más veneración,
fundó nuestra devoción
una devota hermandad:
espera en vuestra bondad
muchos aumentos lograr.
Con muy devota porfía
vuestra hermandad diligente,
del undécimo Clemente
alcanzó al cofradía:
fue sin igual la alegría,
al ver su ruego otorgar.
No sólo vuestra hermandad,
sino también todo el mundo,
espera en vuestra clemencia
alcanzar de vos piedad:
de vuestra benignidad
lo podemos confiar.
Pues estáis en ese altar
sobre los tronos del cielo,
dadnos salud y consuelo
Madre de Dios del Pilar.
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