Piadosísimo apóstol San Judas,
que del trato familiar, y continuo,
que os mereció vuestra dicha,
tener con el Niño Jesús,
y con la Reina Niña María,
a título de muy cercano pariente
a título de muy cercano pariente
de uno y otro, mirando tan divinos
a estos, desde tu Oriente,
te inflamaba la voluntad a quererlos,
servirlos, y respetarlos,
con los mismos soberanos influjos,
con los mismos soberanos influjos,
que arrojaban a vuestra alma purísima,
por los méritos infinitos del mismo Jesús,
y por las virtudes singularísimas,
y por las virtudes singularísimas,
y privilegios, de la misma Madre de Dios,
y Señora nuestra concebida en gracia:
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Os pido, con todo el afecto de mi corazón
que en todas mis acciones, palabras,
Os pido, con todo el afecto de mi corazón
que en todas mis acciones, palabras,
y pensamientos, no pierda yo de vista jamás
a mi redentor Jesús, y a su Madre, y mía,
nuestra Señora, sino que regule y gobierne
mis operaciones todas,
mis operaciones todas,
por nortes tan divinos,
para que llegada la hora de mi muerte,
para que llegada la hora de mi muerte,
ni me perturben los pensamientos
vanos del mundo, ni me acongojen
vanos del mundo, ni me acongojen
las acciones desordenadas de mi vida,
sino que se hallen todos mis sentidos,
sino que se hallen todos mis sentidos,
y mis potencias en una segura
tranquilidad de consciencia
para que empleada mi voluntad
en fervorosos actos de amor de Dios,
para que empleada mi voluntad
en fervorosos actos de amor de Dios,
y en una resignación total
en su Santísima voluntad,
diligentemente busque,
y perfectamente consiga,
aquel sino necesario que es morir,
y descansar en paz, en el patrocinio
de María Santísima,
en las preciosísimas llagas
de Jesucristo, su santísimo Hijo,
en la estrechísima unión de mi Dios,
y mi Señor, y en vuestro acatamiento divino,
por cuyos ruegos,
confío conseguir esta gracia.
Más, en tanto que la Majestad Divina,
quisiere conservar mi vida,
os suplico, Santísimo apóstol,
y poderoso protector mío,
me consigáis de la bondad infinita de Dios,
que viva yo siempre,
como quién ha de morir
y viva la vida de los justos,
para que muera con la muerte de los santos,
imitando vuestras heroicas virtudes,
y viva la vida de los justos,
para que muera con la muerte de los santos,
imitando vuestras heroicas virtudes,
y cumpliendo con toda perfección,
su santísima voluntad,
para que mi muerte, siendo feliz,
sea tránsito dichoso a la vida eterna,
y al mismo tiempo os ruego,
que me alcancéis la petición que os hago,
si es para mayor gloria de Dios,
y bien de mi alma.
Amén.
Ahora, se pedirá al santo apóstol,
con palabras o afectos de gran devoción,
el beneficio y gracia particular,
que se desea conseguir.
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