Reina siempre en tus fieles Esclavos
y del mundo, Señor, ten piedad.
y del mundo, Señor, ten piedad.
Al llegar hoy a tus plantas
te adoramos reverentes
suplicándote fervientes
que guarde el Mundo tu Ley.
Nosotros Jesús amado,
mientras la tierra pisemos,
Esclavos tuyos seremos,
y tú, Señor, nuestro Rey.
¡Dulcísimo Jesús Nazareno,
Dios y Redentor mío,
que llevando sobre tus hombros la cruz,
caminas al Calvario para ser en ella clavado!
soy la causa de tu Pasión dolorosísima.
Te alabo y te doy gracias,
porque como manso cordero
recibiste sobre tus hombros
el madero de tu suplicio,
para expiar en él mis pecados
y los del mundo entero.
Perdóname, ¡Oh buen Jesús!
Reconozco mis culpas
y tu bondad inmensa al borrarlas
con tu preciosa Sangre.
Te amo sobre todas las cosas
y prometo serte fiel hasta la muerte.
Sostenme, ¡Oh buen Jesús! con tu gracia
y condúceme por el camino
de tus mandamientos a tu reino celestial.
Así sea.
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