La Cédula de San Ignacio de Loyola es una piadosa práctica muy antigua y apreciada por la que por la intercesión de San Ignacio de Loyola concede Dios a sus fieles la realización de sus milagros.
Con este antiguo sacramental, se protegen las casas contra los asedios e infestaciones del diablo y sus agentes.
Refiere el libro "Misiones y Sermones del Padre Pedro de Calatayud", entre los ejercicios y prácticas de devoción para asegurar el fruto de las Misiones:
Refiere el libro "Misiones y Sermones del Padre Pedro de Calatayud", entre los ejercicios y prácticas de devoción para asegurar el fruto de las Misiones:
"Octava devoción con nuestro Santo Padre Ignacio de Loyola:
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Rezarle cada día un Padre nuestro, y un Ave María al irse a recoger, y poniendo con gran fe en las puertas de todos los aposentos de las casas, por la parte de adentro, la cédula que llaman de nuestro Santo Padre Ignacio contra duendes, infestaciones del demonio, contra brujas y hechizos para defender las criaturas, y los mismos ganados de ser hechizados, o maleficiados, y para defenderse muchas personas religiosas, y de vida pura, de tormentos, persecuciones, apariciones, y tentaciones fuertes con que las ejercita. La cédula que solemos poner los Jesuitas en los aposentos, y muchos seglares en sus casas, es de esta suerte.
"San Ignacio de Loyola, Fundador de la Compañía de Jesús, al demonio, no entres".
Son muchos los prodigios y casos que con esta cédula han sucedido por intercesión del Santo, del cual dice la Iglesia en la lección del Breviario:
"San Ignacio de Loyola, Fundador de la Compañía de Jesús, al demonio, no entres".
Son muchos los prodigios y casos que con esta cédula han sucedido por intercesión del Santo, del cual dice la Iglesia en la lección del Breviario:
"In Dǽmones mirum exércuit impérium"; que tuvo un grande imperio contra los espíritus malos.
Es cierto que los hechiceros y brujas por pacto del diablo hacen notables daños en las armadas, escuadras, ejércitos, alojamientos, campamentos, en los palacios de los Príncipes, etc. ya poniendo a riesgo, ya echando a pique naves, con furiosas tempestades, huracanes, y vientos contrarios que levantan, ya con incendios, ya de otros modos; por eso en todos los navíos de guerra, de comercio, y embarcaciones, en cuarteles, alojamientos, castillos o tiendas de Militares, en los palacios, especialmente de Príncipes, donde por haber mas pecados, tiene mas entrada el demonio; en Comunidades habían de poner la cédula dicha para verse libres de los espíritus malos, hechizos, encantos, duendes o diablos, y otras infestaciones.
En Ledesma en un Convento de Religiosas Benedictinas molestaba un duende varias celdas, y estancias del Convento; las Religiosas estaban atribuladas: díjolas el Padre Fernando Ibáñez, Misionero de la Compañía de Jesús, y después mi compañero de Misiones, "Vuestras Reverencias pongan la cédula de nuestro Santo Padre Ignacio en las puertas";
Así lo hicieron, y el diablo se bajó a otros cuartos y estancias más bajas donde no habían puesto la cédula: mandó que la pusiesen también, y el duende no apareció, ni inquietó mas en el Convento.
Así lo hicieron, y el diablo se bajó a otros cuartos y estancias más bajas donde no habían puesto la cédula: mandó que la pusiesen también, y el duende no apareció, ni inquietó mas en el Convento.
Buscad, buscad, pues, alguna imagen o estampa del Santo para cobrarle mas devoción, y poned también la cédula en las puertas de vuestros aposentos y casas".
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