Dame tus ojos, Madre,
para saber mirar;
si miro con tus ojos jamás podré pecar.
Dame tus labios, Madre,
para poder rezar,
si rezo con tus labios Jesús me escuchara.
Dame tu lengua, Madre,
para ir a comulgar,
es tu lengua, materna de gracia y santidad.
Dame tus labios, Madre,
que quiero trabajar,
entonces mi trabajo valdrá una eternidad.
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