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miércoles, 31 de diciembre de 2014

GOZOS AL GLORIOSO SAN SILVESTRE, EN EL ÚLTIMO DÍA DEL AÑO



Que nos alcancéis perdón
de nuestras culpas, os ruego,
Silvestre con vuestro fuego
inflamad mi corazón.
 
La Divina Providencia
la gran Roma os dio por madre,
porque siendo vos su padre
tuviese más excelencia:
siendo por vuestra presencia
digna de veneración.
 
Vuestro fiel padre Rufino
cuando os vio mancebo diestro
os entregó por maestro
al presbítero Cirino:
quién os enseñó el camino
de la eterna salvación.
 
Cual Abrahán en propia casa
recogéis al peregrino
y vuestro celo divino
límites de amor traspasa:
el infiel con Dios se abrasa
por vuestra predicación.
 
Cuando tanta caridad
del pobre en el pecho ardía,
la pérfida idolatría
quemaba en su ceguedad:
y así mandó su crueldad
llevaros a la prisión.
 
Cuando atado fuertemente
os llevaban los Tiranos,
vuestros amigos Cristianos
lloraban amargamente:
pero vos benignamente
les dabais consolación.
 
Más Dios que no desampara
de la prisión os libró,
y a todo el mundo admiró
vuestra paciencia preclara:
dándoos por premio la tiara
de la Santa Religión.
 
Siendo principal Pastor
de la grey de Jesucristo
os escondisteis previsto
de Maximiano el furor:
como a oveja del Señor
huyendo del cruel león.
 
Vuestro cuerpo así vivía
aunque terrenal, divino,
hasta que dio a Constantino
una lepra elefancia:
quien curarse no quería
por ser cruel la curación.
 
Por las bocas del engaño
sacerdotes sin cariños,
con sangre de tres mil niños
quisieran hacer un baño:
más vos le quitáis sin daño
la lepra y la obstinación.
 
Constantino ya librado
de la lepra y gentilismo,
con el agua del bautismo
un Dios Cristo ha profesado:
y en su palacio ha labrado
Capillas de devoción.
 
Fue vuestra viva eficacia
de los Herejes cuchillo,
de los Tiranos martillo,
de los fieles paz y gracia:
del gentilismo desgracia,
del cristianismo tusón.
 
La justicia agradecida
quiso daros nueva suerte,
dándoos una justa muerte,
para daros mejor vida:
siendo vuestra alma subida,
a la celeste región.
 
Astro de la Religión,
amoroso mongibelo,
encended con luz del cielo
nuestro tibio corazón.
 
Que nos alcancéis perdón
de nuestras culpas, os ruego,
Silvestre con vuestro fuego
inflamad mi corazón.
 
Elegit cum Dominus Sacerdotem
al sacrificandum et hostiam laudis.
 
OREMUS:
 
Da quaesumus omnipotens Deus,
ut Beati Silvestri Confessoris tui,
atque Pontificis veneranda solemnitas,
devotionem nobis augeat salutem.
 
 
 

 

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