Pues la llama del amor
abrasa tu corazón;
préstanos tu protección,
mártir santo del Señor:
Tu vida fue santa y pura,
tu celo muy eficaz,
y de aspereza incapaz,
tu carácter es dulzura;
Oh! y como así se procura
Tu alma el gozo mayor!
De Padre de pobres nombre
te impuso tu caridad,
con que en la necesidad
socorrías todo hombre;
¿Quién será que no se asombre
Al ver un tan grande amor?
En donde brilló tu celo,
fue en Roma imperial ciudad;
y allí tu amante piedad
repartía el pan del cielo:
eras del triste consuelo,
dulce calma en el dolor.
Continuar leyendo...
Ministro del Dios eterno,
con tu profundo saber,
cumpliendo así tu deber,
no dabas tregua al infierno:
y por eso el mismo Averno
suscitó un perseguidor.
El Emperador te llama
y al ver la gran claridad,
con que explicas la verdad,
en amor de ella se inflama;
entonces el infierno brama
lleno de rabia y furor.
La católica creencia,
luego con un santo ardor
muéstrase al emperador
quien confiesa su evidencia:
más Calpumio en su presencia
te acusa de encantador.
Luego el prefecto inhumano
a la cárcel te envió,
y a Aslerio juez encargó
tu causa, como a cristiano,
Y de Jove soberano
el enemigo mayor.
De Dios la vista alcanzaste
por la hija de tu juez,
y a la familia después
convertiste y bautizaste,
con que sus almas salvaste
de la corrupción y error.
Ya de cadenas cargado,
Oh! invencible Valentín,
te vas acercando al fin
de tu vida: y degollado,
mueres habiendo entregado
tu alma santa a tu Criador.
En el elevado cielo,
que te ganó tu valor,
ruega por nos al Señor;
sé siempre nuestro consuelo,
y haz que todo nuestro anhelo
sea vivir con fervor.
Pues la llama del amor
Abrasa tu corazón:
préstanos tu protección,
mártir santo del Señor.
abrasa tu corazón;
préstanos tu protección,
mártir santo del Señor:
Tu vida fue santa y pura,
tu celo muy eficaz,
y de aspereza incapaz,
tu carácter es dulzura;
Oh! y como así se procura
Tu alma el gozo mayor!
De Padre de pobres nombre
te impuso tu caridad,
con que en la necesidad
socorrías todo hombre;
¿Quién será que no se asombre
Al ver un tan grande amor?
En donde brilló tu celo,
fue en Roma imperial ciudad;
y allí tu amante piedad
repartía el pan del cielo:
eras del triste consuelo,
dulce calma en el dolor.
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Ministro del Dios eterno,
con tu profundo saber,
cumpliendo así tu deber,
no dabas tregua al infierno:
y por eso el mismo Averno
suscitó un perseguidor.
El Emperador te llama
y al ver la gran claridad,
con que explicas la verdad,
en amor de ella se inflama;
entonces el infierno brama
lleno de rabia y furor.
La católica creencia,
luego con un santo ardor
muéstrase al emperador
quien confiesa su evidencia:
más Calpumio en su presencia
te acusa de encantador.
Luego el prefecto inhumano
a la cárcel te envió,
y a Aslerio juez encargó
tu causa, como a cristiano,
Y de Jove soberano
el enemigo mayor.
De Dios la vista alcanzaste
por la hija de tu juez,
y a la familia después
convertiste y bautizaste,
con que sus almas salvaste
de la corrupción y error.
Ya de cadenas cargado,
Oh! invencible Valentín,
te vas acercando al fin
de tu vida: y degollado,
mueres habiendo entregado
tu alma santa a tu Criador.
En el elevado cielo,
que te ganó tu valor,
ruega por nos al Señor;
sé siempre nuestro consuelo,
y haz que todo nuestro anhelo
sea vivir con fervor.
Pues la llama del amor
Abrasa tu corazón:
préstanos tu protección,
mártir santo del Señor.
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