Salve, celestial Patrona,
que bajas de la alta cumbre
ardiendo en vívida lumbre
de amor puro y sin igual;
Salve, luminoso faro
que guía al puerto seguro;
Salve, inexpugnable muro
de la morada eternal.
Deja el solitario asilo,
deja la santa montaña
que arrulla, acaricia y baila
humilde el Vinalapó;
Cesa de oír sus murmullos
y escucha el dulce concierto
que el pueblo, a tu amor abierto,
hasta tu trono elevó.
Los celestes moradores
pulsando sus liras de oro
unen su acorde sonoro
a nuestros himnos de amor;
Y entre los dulces concentos
de divina armonía,
acoge, benigna y pía,
de tus hijos el clamor.
¿Quién de tu rostro divino
vio la sin par hermosura
y no sintió la dulzura
de tu inefable bondad?
¿Quién hay que de amor sediento
no beba en tus ojos bellos
los purísimos destellos
de tu ardiente caridad?
Para borrar de la culpa
las más tenues nubecillas,
surcos abrió en tus mejillas
la amarga hiel del dolor;
Y en deliquios amorosos
hallaron plácida calma
las tempestades de tu alma
a los píes del Salvador.
las más tenues nubecillas,
surcos abrió en tus mejillas
la amarga hiel del dolor;
Y en deliquios amorosos
hallaron plácida calma
las tempestades de tu alma
a los píes del Salvador.
Tú fuiste un tiempo caída
de la culpa en el abismo,
juguete del mundo mismo,
esclava del mal sutil;
Mas la omnipotente diestra
para perpetua memoria
en vaso de honor y gloria,
transformó la escoria vil.
Salve, amante Protectora,
Iris de paz y clemencia,
Milagro de penitencia,
Escudo del pecador;
En ti cifran su esperanza
los que por la culpa heridos
caen a tus píes rendidos
por la pena y el dolor.
Inclina tu frente orlada
de místicos resplandores,
oye los vivos clamores
de la pía multitud
que, en pos de tu santa huella,
trueca la pompa y el oro
por el preciado tesoro
de la eterna beatitud.
Nuncio de horror y de muerte
con lento paso camina
de la Justicia divina
el azote vengador;
No permitas Magdalena,
que en esta tu villa amada
se sienta la huella airada
del agente destructor.
Salve, celestial Patrona,
que bajas de la alta cumbre
ardiendo en vívida lumbre
de amor puro y sin igual;
Salve, luminoso faro
que guía al puerto seguro,
Salve, inexpugnable muro
de la morada eternal.
de la culpa en el abismo,
juguete del mundo mismo,
esclava del mal sutil;
Mas la omnipotente diestra
para perpetua memoria
en vaso de honor y gloria,
transformó la escoria vil.
Salve, amante Protectora,
Iris de paz y clemencia,
Milagro de penitencia,
Escudo del pecador;
En ti cifran su esperanza
los que por la culpa heridos
caen a tus píes rendidos
por la pena y el dolor.
Inclina tu frente orlada
de místicos resplandores,
oye los vivos clamores
de la pía multitud
que, en pos de tu santa huella,
trueca la pompa y el oro
por el preciado tesoro
de la eterna beatitud.
Nuncio de horror y de muerte
con lento paso camina
de la Justicia divina
el azote vengador;
No permitas Magdalena,
que en esta tu villa amada
se sienta la huella airada
del agente destructor.
Salve, celestial Patrona,
que bajas de la alta cumbre
ardiendo en vívida lumbre
de amor puro y sin igual;
Salve, luminoso faro
que guía al puerto seguro,
Salve, inexpugnable muro
de la morada eternal.
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