Oh Jesús, tú dijiste a tus apóstoles
y a nosotros todos en sus personas:
«morad conmigo, como yo en vosotros»
(Juan XV, 4).
«morad conmigo, como yo en vosotros»
(Juan XV, 4).
Resuena otra vez en mis oídos,
voz suave y querida,
palabra encantadora de mi Salvador.
Sí, «quédate con nosotros, Señor,
Sí, «quédate con nosotros, Señor,
porque el día baja y se hace ya tarde»
Las olas de las tribulaciones
han subido hasta nosotros;
las alegrías del fervor
se han cambiado en suspiros,
y el soplo de las tentaciones
ha removido nuestra alma
hasta en sus íntimos pliegues.
«Quédate con nosotros»,
oh tú, paz, refugio y consuelo
de los corazones atribulados.
Nuestros ojos te imploran,
y nuestra alma alterada suspira por ti.
«Quédate con nosotros»,
no sea que nuestra caridad se entibie
y nuestra luz se extinga en la noche;
porque «el día baja y se hace ya tarde».
Ya ha llegado la tarde de mi vida:
Ya ha llegado la tarde de mi vida:
ya mi cuerpo cede a la violencia de los dolores;
la muerte me cerca,
mi conciencia se turba,
tiemblo al pensamiento de tu juicio,
Señor, Señor.
«Se hace tarde, el día declina;
quédate con nosotros».
«En tus manos entrego mi espíritu
(Lucas XXIII, 46)».
En ti solo está mi salud;
hacia ti solo sé levantar mis miradas.
«Quédate con nosotros»,
a fin de que emancipándose el alma
en la tarde de la vida
por medio del fervor
del yugo de las tribulaciones,
le preparen la oración y el amor
una dulce hospitalidad en el seno de Dios.
Oh Jesús, vida de los vivos,
Oh Jesús, vida de los vivos,
resurrección de los muertos,
salud eterna de los creyentes,
yo te adoro y pongo toda mi esperanza en Ti.
Por tu pasión, por tu muerte,
por tu sepulcro, resucita mi alma de la muerte.
(San Bernardo, en Tesoro de los Santos,
Dijón, 1826).
0 comentarios:
Publicar un comentario