Siempre amable Virgen de la Merced,
amada Madre de Dios,
Estrella resplandeciente del mar,
Luna hermosa sin las menguantes de la culpa,
Escogida como el Sol,
oíd, Señora, nuestros ruegos.
Vos que benigna atendéis
desde los cielos los tristes lamentos
de los desgraciados cautivos,
que gimen sin consuelo
por la falta de libertad,
rompiendo los grillos y cadenas
que los torturan y aprisionan
tened piedad de ellos y dadles consuelo.
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Vos que benigna atendéis
desde los cielos los tristes lamentos
de los desgraciados cautivos,
que gimen sin consuelo
por la falta de libertad,
rompiendo los grillos y cadenas
que los torturan y aprisionan
tened piedad de ellos y dadles consuelo.
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