Señor San Cipriano
que sois siervo muy querido de Dios
y ofreciste en tu vida
ser abogado contra todo daño y maleficio,
de hombres y espíritus diabólicos,
de serpientes y animales
venenosos y ponzoñosos,
y de toda asechanza y hechicería,
y de los malos partos de las mujeres.
Te pido y rogamos nos libres
de todos los daños conocidos y por conocer,
que desarmes a nuestros enemigos
corporales y espirituales.
Te pido nos salves
cuando seamos perseguidos
y perjudicados por las malas lenguas,
también que saques a luz
a toda mujer que esté de parto.