Credo in unum Deo, Patrem onipotentem factorem coeli et terrae, visibilium ómnium et invisibilium. Et in unum Dominum Jesum Christum,
Filium Dei unigenitum, et ex Patre natum ante omnia saecula...
La niña María - ¡qué gracia en su vuelo!- paloma del cielo, al templo subía y a Dios ofrecía el más puro don: sagrario y mansión por él consagrada y a él reservada en su corazón. ¡Oh blanca azucena!