Santísima Madre, Refugio de los Pecadores,
purísima, amorosísima y piadosísima María:
¡Bendito sea eternamente el Señor
por compartir con nosotros a su amadísima Madre!
Amada Madre,
Reina de dulzura,
alegría de nuestras almas:
Vos sois la que endulzáis
las amarguras de nuestro destierro.
Vos la que curáis con mano más blanda
que las de todas las madres,
las repugnantes llagas de nuestro espíritu,
mil veces más asquerosas que las del cuerpo.
Vos la que enjugáis todas las lágrimas
y mitigáis todas las penas,
y templáis todas las tristezas
de vuestros hijos, aunque pecadores.
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Bajo vuestro amparo
Bajo vuestro amparo
hallamos siempre buena acogida,
y nunca despreciáis las súplicas
que os hacemos en nuestras necesidades.
Acogednos también hoy
benignamente, ¡oh Señora!,
libertadnos de los numerosos peligros
que nos rodean, y ya que el mundo nos persigue,
y la carne nos seduce, y el demonio nos combate,
dejadnos huir hacia Vos
y envolvernos en vuestro manto virginal,
y entonar allí seguros el cántico de victoria,
pregonando por todo el mundo
que sois el Refugio cierto
y Abogada eficaz de los pecadores.
Amén.
Hacer la petición con mucha fe
y rezar 3 Ave María y 1 Salve.
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