Pues sois de Dios tan querido,
Y de la Iglesia el Honor:
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
De su inefable poder
Hizo Dios gloriosa muestra,
Depositando en tu diestra
Lo que Él sabe y puede hacer:
Este fue el premio debido
A tu virginal candor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Os dio la Naturaleza
Garbo y belleza sin par;
Y Portugal por solar
Os dio antigua y real nobleza:
El Cielo y Tierra han unido
En vos todo lo mejor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Por más, y mejor triunfar
Del mundo y de sus engaños,
Te hiciste en tus tiernos años
Canónigo Regular:
Aquí en el claustro escondido
Te das al llanto y rigor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Continuar leyendo...
Sigues luego la bandera
De Francisco el Serafín,
Por lograr más alto fin
En más gloriosa carrera:
Te ilustra el sayal raído
Más que tu antiguo esplendor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
De Mártir con el anhelo
Vais al África exhalado;
Y en penoso Apostolado
Os muda el Martirio el Cielo;
De celo y Fe consumido
Mártir os quiso el Señor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Como cándida azucena
Sois de María el cariño,
Y el regalo del Dios Niño,
Que de finezas os llena:
Por su Trono os ha elegido
Jesús, vuestro dulce amor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
De Cristo crucificado
Copia en Alvernia es Francisco;
Y vos sois en otro risco
De uno y otro fiel traslado,
Quedando el mundo encendido
En tan Seráfico ardor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Cuando tratan de impedirte
Tu celo y predicación,
El mar a su confusión
Te envía peces a oírte:
En tierra y mar aplaudido
Quiso el Cielo a tu fervor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Por vos una bestia hambrienta
Se arrodilla al Sacramento,
Sin querer el alimento
Que un hereje le presenta:
Así se vio confundido
De la herejía el error.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Las gentes reconocidas
Te muestran tu mismo don,
Hallando a tu invocación
Bestias y alhajas perdidas:
Las fieras, tu nombre oído,
Pierden su rabia y furor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Sin culpa, y lejos gemía
Tu buen padre calumniado,
Y de muerte amenazado
Justicia al Cielo pedía:
Al punto fue socorrido
Con tu presencia y favor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Como a los ruegos y votos
Todo, Antonio, lo concedes,
Se ve que todo lo puedes
A favor de tus devotos:
De todos eres tenido
Por el común bienhechor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
A tu imperio huye la pena,
Se avivan los miembros yertos,
Los sepulcros dan los muertos,
Y el mar sus iras refrena:
El ciego, el mudo y el tullido
Por ti cobran su vigor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
En el mayor parasismo
Cesa el mal, y aun el Demonio,
Al solo nombre de Antonio
Tiembla con todo el abismo:
Tu poder esclarecido
Es a todo superior.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Muerte, error, calamidad,
Cárceles y pestilencias,
Piedra, rayos y dolencias
Ceden a tu voluntad:
Calma el golfo embravecido
Y del náufrago el clamor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Sois de herejes el Martillo
Y del infiel el Terror;
De la Iglesia el Protector
Y de sus fieles Caudillo:
De Vos fue siempre acogido
El justo y el pecador.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Por triunfo de la verdad
Fresca en Padua está hoy tu lengua,
Sin haber sufrido mengua
Del tiempo o casualidad:
Cuelga el voto agradecido
El peregrino en tu loor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Sois Medico Celestial
Que luego acudís llamado:
Curadnos, pues, del pecado,
Libradnos de todo mal;
Sed de este pueblo escogido
Su dulce y fiel Conductor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Pues sois de Dios tan querido,
Y de la Iglesia el Honor:
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Antífona:
Sigues luego la bandera
De Francisco el Serafín,
Por lograr más alto fin
En más gloriosa carrera:
Te ilustra el sayal raído
Más que tu antiguo esplendor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
De Mártir con el anhelo
Vais al África exhalado;
Y en penoso Apostolado
Os muda el Martirio el Cielo;
De celo y Fe consumido
Mártir os quiso el Señor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Como cándida azucena
Sois de María el cariño,
Y el regalo del Dios Niño,
Que de finezas os llena:
Por su Trono os ha elegido
Jesús, vuestro dulce amor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
De Cristo crucificado
Copia en Alvernia es Francisco;
Y vos sois en otro risco
De uno y otro fiel traslado,
Quedando el mundo encendido
En tan Seráfico ardor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Cuando tratan de impedirte
Tu celo y predicación,
El mar a su confusión
Te envía peces a oírte:
En tierra y mar aplaudido
Quiso el Cielo a tu fervor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Por vos una bestia hambrienta
Se arrodilla al Sacramento,
Sin querer el alimento
Que un hereje le presenta:
Así se vio confundido
De la herejía el error.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Las gentes reconocidas
Te muestran tu mismo don,
Hallando a tu invocación
Bestias y alhajas perdidas:
Las fieras, tu nombre oído,
Pierden su rabia y furor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Sin culpa, y lejos gemía
Tu buen padre calumniado,
Y de muerte amenazado
Justicia al Cielo pedía:
Al punto fue socorrido
Con tu presencia y favor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Como a los ruegos y votos
Todo, Antonio, lo concedes,
Se ve que todo lo puedes
A favor de tus devotos:
De todos eres tenido
Por el común bienhechor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
A tu imperio huye la pena,
Se avivan los miembros yertos,
Los sepulcros dan los muertos,
Y el mar sus iras refrena:
El ciego, el mudo y el tullido
Por ti cobran su vigor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
En el mayor parasismo
Cesa el mal, y aun el Demonio,
Al solo nombre de Antonio
Tiembla con todo el abismo:
Tu poder esclarecido
Es a todo superior.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Muerte, error, calamidad,
Cárceles y pestilencias,
Piedra, rayos y dolencias
Ceden a tu voluntad:
Calma el golfo embravecido
Y del náufrago el clamor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Sois de herejes el Martillo
Y del infiel el Terror;
De la Iglesia el Protector
Y de sus fieles Caudillo:
De Vos fue siempre acogido
El justo y el pecador.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Por triunfo de la verdad
Fresca en Padua está hoy tu lengua,
Sin haber sufrido mengua
Del tiempo o casualidad:
Cuelga el voto agradecido
El peregrino en tu loor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Sois Medico Celestial
Que luego acudís llamado:
Curadnos, pues, del pecado,
Libradnos de todo mal;
Sed de este pueblo escogido
Su dulce y fiel Conductor.
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Pues sois de Dios tan querido,
Y de la Iglesia el Honor:
Dadnos, Antonio, dolor
De haber a Dios ofendido.
Antífona:
Oh lengua bendita,
que siempre bendijiste al Señor
y le hiciste bendecir de los demás;
ahora se manifiesta claramente
cuántos méritos has obtenido ante Dios.
℣. Ruega por nosotros, bienaventurado San Antonio.
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN
Señor, que la piadosa solemnidad
℣. Ruega por nosotros, bienaventurado San Antonio.
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN
Señor, que la piadosa solemnidad
de tu confesor San Antonio
difunda santa alegría en tu Iglesia,
a fin de que ella reciba sin cesar
el auxilio de tus gracias,
y merezca gustar un día
de los gozos eternos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠,
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠,
y del Espíritu Santo.
Amén.
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