¡Oh Víctima santa!
Vos que quisisteis darnos
una prueba de vuestro amor,
derramando las primicias
de vuestra sangre preciosa en la circuncisión,
sangre divina, precio de nuestro rescate,
que todos los días se ofrece
por nosotros sobre ese altar!
¡Ah, qué dolor tan intenso sentirían
vuestra divina Madre,
y José vuestro padre adoptivo,